jueves, 3 de marzo de 2011

Matar al hijo

A veces la memoria cura y a veces enferma. He trabajado este curso con los alumnos la Carta al Padre de Kafka, como un ejercicio de auto-hetero-conocimiento bajo condiciones de desolación. Estaba leyéndolo en clave freudiana, cuando hace unos días comencé a leer un libro que (me pasa demasiado a menudo) debería haber leído antes. Se trata de Versión corregida, de Péter Esterházy, el escritor húngaro, quien en los momentos finales de su novela Armonía Celestial, sobre su familia, perteneciente a la aristocracia del imperio austrohúngaro, acudió en el otoño de 1999 a los archivos de lo que fue el régimen comunista para documentarse sobre el final de la familia, incluido su padre, que había vivido, según su punto de vista, una especie de exilio interior resistente. El funcionario le entregó el expediente con cara de lástima, que no supo interpretar hasta que  lo abrió y descubrió que su padre no sólo había sido largos años informante de la policía política sino que había elaborado informes detallados sobre su hijo. Esterházy se derrumbó, no pensó en el padre sino en sí mismo, en si merecía la pena algo de lo que le rodeaba, incluyendo su propio trabajo.
Llevo aún leídas pocas páginas de la obra pero no puedo dejar de pensar en Kafka  ( por cierto, la persona que ayuda a Esterházy a obtener el expediente es nombrado como K. Nada es casual): ¿qué nos ocurre cuando descubrimos que quien debería protegernos nos dejó en medio del desierto? En nada consuela pensar que eso les ocurre a otra gente, que pertenece a tiempos y lugares de desapacibles dictaduras, que los demás estamos resguardados por nuestros padres. Tal vez. Pero hoy, que conocemos las cifras de paro, que sabemos ya cómo la crisis española tiene sus propias peculiaridades que nacen de una generación de nuevos ricos (todos somos nuevos ricos) que especuló con créditos, ladrillos, posiciones de privilegio contra otra generación que sabíamos que estaba quedando al pairo, que no tendría para sostenerse, y que no nos importaba porque era más importante el asegurarse el propio futuro a costa del futuro de todos los demás incluido el de nuestros hijos, he recordado a Esterházy, y he pensado en la generación de mis hijos el día que vayan a estudiar las causas de su desamparo y descubran que fuimos nosotros  esa causa. Los mismos hijos que hoy no quieren o no pueden irse de casa un día descubrirán por qué. Quizá deban leer a Esterházy.

2 comentarios:

  1. Creo que se equivoca en cuanto a la composición sociológica de los afectados. No todos somos nuevos ricos, por ejemplo yo no llego a cobrar 1000eu al mes. Ni todos los jóvenes se verán afectados: sólo los hijos de un determinado sector social. A otros, por ejemplo, los hijos de banqueros o políticos, les sobrará el dinero y la soberbia. Por último, se equivoca en cuanto a la generación: busque en el sector de población que ahora tiene entre 60 y 80 años quiénes de ellos tienen segunda residencia, pisos en alquiler, etc. Busque en las cifras cuál es el monto de sus pensiones y cuánto cobraban. ¿Cómo pueden bajar los sueldos si sube el coste de vida?. Ese es el misterio que tienen que resolver los jóvenes. Seguro que tirando de ese hilo llegan a desliar el ovillo. Pero, por favor, a mí no me eche la culpa de algo en lo que no tengo nada que ver y que además me repugna

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  2. Hola Broncano, he encontrado hace unos días tú blog. Fui alumno tuyo en Salamanca. Promoción 1997-2001. Acudí a tus clases de filosofía de la biología y filosofía de la psicología. Tengo que admitir que me ha hecho ilusión volver a tomar contacto con uno de mis profesores. Yo ahora trabajo en un IES en León.

    En cuanto a lo de "matar al hijo" creo que en el fondo tienes un poco de razón. Pero espero que la crisis actual nos sirva para salir un poco más reforzados en nuestro control político a las tendencias económicas liberales más despiadadas. Ese sí que es el socialismo que necesitamos y no otras medidas pseudoprogresistas cobardes y superficiales.

    Sin embargo yo no confío demasiado en que en nuestro actual sistema bipartidista nuestra casta política se preocupe demasiado por los derechos de los ciudadanos clase media.

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