domingo, 24 de abril de 2011

La banalidad del bien

La protagonista de  La edad de hierro de Coetzee (había esrito en la primera versión "Elisabeth Costello", pero Ana Martínez me recuerda que la memoria me traiciona. No sé por qué siempre he pensado que la protagonista era E. Costello, quizá pos mi pasión por ella como alter ego de Coetzee) que vivimos en una época en la que ser una persona decente no basta. La época actual exige una moral heroica que se acomode a un tiempo desapacible donde el mal reina en un paisaje desolado. Sus palabras se referían a la Sudáfrica de los peores momentos de la represión y apartheid, pero bien pueden aplicarse a los tiempos que nos tocan. Con todos mis respetos a Coetzee y a su personaje, ambos tan queridos, tengo que discrepar. Savater escribió también un libro de moral, La tarea del héroe. Elementos de una ética trágica, donde sostenía ideas similares. También discrepo. Del mismo modo que Hanna Arendt nos enseñó que lo terrible del mal es que se ampara en la cotidianidad de quienes reciben y ejecutan órdenes que no cuestionan, y que la profundidad de ese mal cala hasta los estratos últimos de la trama de las sociedades, precisamente porque convierte en normal el ejercicio del daño, una simétrica mirada debería llevarnos a escrutar en la moral cotidiana las mores de buena voluntad. Ser héroe, ciertamente, no es fácil. Pero tampoco excesivamente difícil. Los héroes lo son relativamente a una peripatheia, a la peripecia circunstancial que les obliga a tomar una decisión no siempre pensada y que nace de sus tripas, a veces contra su mejor juicio, porque el curso de las cosas se ha salido de madre y se llega a un punto donde todo se torna. Ahí, casi todos tenemos un cincuenta por ciento de posibilidades de ser héroes o villanos. "Lo difícil es vivir bien", sostiene el cura de Roma, cittá aperta unos instantes antes de que le fusilen. Y es cierto. Lo difícil es construir sociedades decentes, donde el sentido de lo justo y la reacción de compasión por el débil estén empotradas en la fábrica de lo cotidiano.
En 1935 Enrique Santos Discépolo escribió una de las letras de tango más lúcidas de la filosofía contemporánea:  Cambalache. Todo argentino decente la conoce y tal vez la ha cantado después de algunos tragos (recuerdo ahora a unos amigos hace muchos años cantándola en la madrugada, y el cuerpo se me vuelve tango). Se me ocurre que es el mejor lamento de la mucha gente decente. No la olvidemos nunca:

Que el mundo fue y será una porquería,
ya lo sé...
¡En el quinientos seis
y en el dos mil también!
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
varones y dublé...
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldad insolente
ya no hay quién lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseaos...
¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!...

¡Ignorante, sabio, chorro,
generoso o estafador!...
¡Todo es igual! ¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
No hay aplazaos ni escalafón,
los inmorales nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón...
¡Qué falta de respeto,
qué atropello a la razón!
¡Cualquiera es un señor!

¡Cualquiera es un ladrón!
Mezclao con Stavisky va Don Bosco
y "La Mignon",
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia
contra un calefón.

¡Siglo veinte cambalache
problemático y febril!...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil.

¡Dale nomás! ¡dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!
No pienses más,
sentate a un lao.
Que a nadie importa
si naciste honrao.
Es lo mismo el que labura
noche y día, como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura,
o está fuera de la ley.

4 comentarios:

  1. muy interesante, y estoy contigo en la crítica que haces a las éticas de la virtud. Uno de los desarrollos más prometedores en teoría moral, el situacionismo (Gilbert Harman, John Doris), ha presentado una batería de casos contra el carácter virtuoso unitario; Ellos defienden que es más sensato, como tú propones, tener en cuenta los condicionantes que pueden influir en las decisiones y trabajar para que la sociedad justa minimice esos factores. Lo demás, la apelación al carácter de héroe y demás, es un ejercicio de literatura. Lo pones muy bien cuando escribes

    "Lo difícil es construir sociedades decentes, donde el sentido de lo justo y la reacción de compasión por el débil estén empotradas en la fábrica de lo cotidiano"

    Ese es el reto: diseño institucional con sentido moral y una buena dosis de realismo.

    Antonio Gaitán



    Ant

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  2. Y si todo está perdido, si la decencia común en la que confiaba Orwell está ya perdida... al menos nos queda Cambalache.Será difícil olvidarla, sí. Un tango, en realidad,compuesto en el 34, aunque en el 35 se pudo escuchar por toda españa en boca de Tania, la mujer de Discépolo, en la gira que hicieron por las europas.
    Aquí cuento aquella historia: http://hombredelgado.blogspot.com/search/label/Cambalache

    con el apoyo audiovisual de la primera grabación por Libertad Lamarque, y la mejor versión, para mi gusto, cantada por Julio Sosa.

    Eso era todo. Y que empiece ese "pensamiento trite que se baila", ese tango, quiero decir, con palabras de Discépolo.

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  3. "Hay dos maneras de hacer una fogata: con las semillas o con un puñado de leña...nos gustan las llamaradas instantáneas del fuego, las ideas relámpago de los libros de auto-ayuda, pero no tenemos paciencia y, a veces, habilidad para sembrar. Un sembrador nunca es inmediatista, da más atención a las raíces que a los follajes.Vive la paciencia como un arte...unos prefieren las llamaradas de los aplausos y del éxito instantáneo, otros prefieren del trabajo anónimo y silencioso de las semillas ¿Qué preferimos nosotros? De nuestra elección dependerá nuestra cosecha"

    Augusto Jorge Cury(2000!)

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  4. Muy interesante, si!. Es cierto que no basta ser una persona decente. Pero lo de que "el sentido de lo justo..esté empotrado en la fábrica de lo cotidiano" me suena raro, como un artificio. No sé si las personas decentes hacen sociedades decentes, pero digo yo, que alguna relación tendrán, y entoces no será necesario "empotrar" nada, porque puede surgir de forma natural. Quizás sea ingenuo, no sé. Le agradezco su post, en algún momento se tiene que transformar el lamento de Cambalache en deseo de transformar. Cada vez que leo su blog, me pone ustded a pensar, esta vez a bailar también!!.

    Genoveva

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