Lo he recordado y celebrado volviendo a ver La diligencia, The Stagecoach de John Ford de 1939, recordando también la fecha. La diligencia es una meditación sobre lo interior y exterior en un mundo hostil. Lo hostil está fuera, el peligro de los apaches y de los hermanos Plummer, a los que ha de enfrentarse Ringo. Pero el peligro real lo llevan los personajes dentro: el banquero ladrón, el jugador antiguo aristócrata confederado, que huye de su padre, la esposa del guerrero embarazada, que se siente atraída por el jugador, en el que reconoce a su clase, la casquivana Dallas, que ha sido expulsada por la puritanía y se lleva el sentimiento de culpa, el doctor alcohólico: "yo no soy un filósofo -afirma Doc- soy un fatalista", el vendedor de alcohol que ejemplifica la bondad, Ringo el presidiario escapado perseguido por la necesidad de venganza. El infierno no está fuera, sino dentro de la diligencia: huyen y temen llegar a donde caminan. La hostilidad de fuera solamente es el marco en que discurre su existencia.
Es La diligencia una película esencialmente calvinista: el interior es el verdadero mundo hostil, lo que acecha en el umbral solamente es la suerte, como la bala que espera Doc en cualquier momento, y que no le molesta tanto como su pasado.
No se me ha ocurrido mejor símbolo de Estados Unidos en estos avatares. Su dentro y su fuera, su infierno y su camino.
Miran hacia afuera con temor:

Pero realmente es el dentro el que temen:

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