El caso es que su amigo y admirado Louis-Michel Van Loo le hizo este retrato:
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8SZm0HEd8RffCbPgMq2Yow3xiF8iPbIDEH1OOeMty_U2JGie0bf17rxhdcJ6Xn60MIylkbIQn-qTH9zaOLBDx6zKM037enIf-YHmhz0cj84UNFxPknhKwIBJRch_Ahy3ozpNLrFeFiWk/s320/diderotvanloo.jpg)
A Diderot le hicieron muchos retratos. Éste no le gustaba. Obsérvense sus razones (habla de sí):
"Se le ve de frente; tiene la cabeza descubierta; los cabellos grises, tan delicados, le dan el aspecto de una vieja coqueta que todavía quiere resultar agradable; la posición es de un secretario de Estado y no de un filósofo. La falsedad del primer momento ha influido en todo lo demás. Fue la loca de la señora Van Loo, que se ponía a charlar con él mientras le pintaban, la que le dio ese aspecto, y la que lo estropeó todo. Si se hubiera sentado al clavicordio y hubiera iniciado o cantado
Non ha ragione, ingrato
Un core abbandonato
o algún otro fragmento del mismo género, el filósofo sensible hubiera cobrado un carácter totalmente distinto y el retrato lo habría reflejado. O mejor todavía, era necesario dejarle solo y abandonarle a su ensoñación. Entonces su boca se habría entreabierto, su mirada distraída se habría ido muy lejos, el trabajo en su cabeza, intensamente ocupada, se habría pintado en su rostro y Michel hubiera hecho algo bello" (citado en Fried 2000, pg 137)
El texto no tiene desperdicio: quién estropea el cuadro y por qué, y cómo debería ser un cuadro bello que captase al "verdadero" Diderot, es la lección que deja asomar el fragmento de la crítica "artística" de nuestro, por otras mil razones, amado y admirado filósofo.
El caso es que hubo un retrato que le complació. No se conserva, aunque sí se ha preservado un dibujo de su mismo autor, Jean-Baptiste Garand. Diderot considera que su mejor retrato lo ha realizado "un pobre diablo llamado Garant", y señala por qué:
"Me ha representado con la cabeza descubierta, vestido con un batín y sentado en un sillón; mi brazo derecho sujeta el izquierdo, y éste, mi cabeza; tengo el cuello de la camisa desabrochado y miro al infinito, como si meditara. En este lienzo, de hecho, estoy meditando. En él estoy vivo, respiro, tengo vitalidad, se puede ver el pensamiento en mi frente"
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDl1V4k6DB6kjyxUIATaf9n7p1jeynx4yTHPA3PKG-VD0vmrJQ5ph1U32JJ4NiQnUbKhiN-zQERNKzgaMKyKEiaS0COpzoUmO5ZXv9NM2aCBlfpZtkUmG_f43SEO_xgoHPt2LcrT9VGcQ/s320/garand.jpg)
En este otro retrato, Fragonard ha negociado entre los dos Diderots: el que era y el que quería ser. Nuestro personaje está entre distraído y ensimismado, entre pensativo y sonriente. También se le ve ahora un pensamiento, pero estoy seguro que es una maldad sobre alguien. Diderot auténtico.
Claro que ahora sí hay un espectador.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTT7riqG_qDZVhab4S5xYs2hBd6-Si5AmEk8hd7F2W0ryl63udiTPExN-msP8V8tbm6qA7RTkFpJxqVHGNoNL1TgA_nUo2VHLJ7VJRRdyXVdGNmqdxm-48kCUwz25PJwyTJGKBHoLE864/s320/diderot+fragonard.jpg)
Me ha encantado
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