miércoles, 25 de junio de 2008

Todos los brutos

Ayer Abelardo Gil-Fournier me hizo el maravilloso regalo de prestarme el libro de Sven Lindqvist Exterminad a todos los brutos (está editado en Turner, 2004, aunque la versión que me prestó es de la Universidad de Buenos Aires). No pude dejar de leer hasta acabarlo. El título hace referencia al famoso informe de El corazón de las tinieblas redactado por Kurtz para justificar sus asesinatos y explotación, explicando la superioridad dela cultura europea, en fin ..., un informe que acaba, cuenta Conrad, con una frase manuscrita de Kurtz: ¡Exterminad a todos los brutos!. Lindqvist reflexiona cómo Europa se construyó desde el XIX convirtiendo en ideología el derecho al exterminio de las razas inferiores. Mirad sólo una muestra del tono del libro, donde Lindqvist cuenta una de sus lecturas de niño, un relato de 1887 sobre tres oficiales suecos al servicio del rey Leopoldo en Congo:
"Esto puede sonar desalmado a los oidos europeos", decía Pagels, pero él sabía , por experiencia, que era cierto. Especialmente importante era actuar con frialdad impasible, mientras se estaba azotando. "Si tienes que imponer a un salvaje un castigo físico, ejecútalo de tal manera que ni un sólo músculo de tu cara traicione tus sentimientos".
El teniente Gleerup relataba en su informe que él azotaba a sus changadores hasta que él mismo caía vencido por un ataque de fiebre y cómo, y con cuánta ternura los recientemente azotados lo cuidaban, cómo tendían sus blancos trozos de tela sobre él y lo cuidaban como si hubiese sido una criatura y de cómo yacía, mientras otro de ellos se lanzaba , saltando, hacia un valle profundo para traerle agua, de tal modo que él, pronto, pudiera ponerse en pie y otra vez hacer silbar el látigo" (pg. 19)
La identidad europea se construyó en este imaginario. Paul Preston en su última obra Franco, ese manipulador subraya cómo ese ideal del sportman que dispara al moro al que considera un ser inferior obligado a servir conformó la mentalidad de franco y la trama ideológica del franquismo. Dice Lindqvuist que la solución final fue una solución a gran escala a un problema que ya se había planteado numerosas veces en la expansión europea. Por cierto: el término "campos de concentración" se popularizó por la traducción al inglés que hicieron los americanos del término y concepto español ensayado en Cuba en 1896. Todos estamos en ello.
Linqvist no tiene piedad con nosotros: cuénta cómo iba con su madre en silencio a cortar varas de mimbre al bosque, que él debía llevar de vuelta a casa, para esperar que su padre le azotara por la falta que su madre le reprochaba a lo largo del día. Era su madre la que excitaba a su padre para que infligiera el castigo, ante toda la familia y sin mover un músculo. Puedo relatar sucesos parecidos de mi infancia (no con mis padres, por suerte). Castigar el pecado y exterminar al bruto. De ahí venimos. Sólo nos falta elaborarlo: las políticas de la memoria tienen todavía que excavar más profundamente hasta estratos de nuestra identidad que siguen operando.
Google no me deja ver las vallas de Melilla. Hoy no hay regalo.

3 comentarios:

  1. Gracias por sacar el tema, hay que quitar el polvo de los años y sacar a relucir para, posiblemente, mejorar la conducta que nos hace. Este tema le dimos en clase de Thiebaut, más que nada en feminismos.
    Estoy de acuerdo en que la cultura europea es una brutalidad cuando conquista a los otros y trata de "educar" a quienes no tienen nuestra "cultura". El castigo no es siempre la forma de educar o aclarar ideas.
    En fin, tema delicado y amplio.

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  2. Seguro que habéis visto Manderlay, de Lars Von Thrier.
    Un saludito

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  3. En un verso de un poema, el poeta Juan Gelman, premio
    Cervantes, dice, refiriéndose al padre: "Qué castigabas cuando me castigabas".
    Habrá que preguntarse qué castigaban los conquistadores cuando castigaban a los conquistados, porque si de exterminar brutos se trata, entonces los conquistadores deberían practicar el suicido.

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