domingo, 22 de agosto de 2010

Coprolalia y transparencia

Estoy leyendo entre carcajadas y distancia ®O$ de Eloy Fernández Porta, con la misma ambigua actitud que leí Afterpop y Homo sampler. Eloy Fernández Porta pertenece a la nueva generación de críticos culturales para quienes la cultura no tiene corralitos. Todo sirve (no todo vale). Todo es relevante: la distinción entre cultura popular y cultura elevada es un signo más de voluntad de distinción, no menos peligrosa que la distinción entre cultura científica y cultura humanística. El libro es, más que recomendable, obligatorio como ejemplo de un estilo que ya se está anunciando como la aportación propia del país al pensamiento contemporáneo. Con Beatriz Preciado, con Agustín Fernández Mallo, con... una nueva generación de autores que reivindican el sarcasmo en lugar de la ironía, la coprolalia en lugar de la jerga filosófica. Vale. De acuerdo. Estoy con ellos como estuve con el cine de Almodóvar. Son una conquista del lenguaje.
La tesis es simple: el capitalismo contemporáneo se ha convertido en un capitalismo de producción industrial de identidades emocionales a través de estrategias imaginístico-comerciales. El desarrollo es divertido: comics, anuncios, textos, caricaturas del lenguaje filosófico, etc. La industria cultural como constructora de identidades.
Sorprendentemente: el perro de los Baskerville no ladra. Exemplum docet, exempla confundit: faltan ejemplos cercanos precisamente sobre las industrias culturales que están conformando las identidades emocionales de los españoles medios: las culturas de los babelia, las culturas de los culturales, ... etc., las industrias editoriales como estrategias de identidad.
La coprolalia como sustituto de la jerga de la autenticidad: no hablar con términos elevados sino lo más bajo posible. La nueva autenticidad de la espontaneidad cultural sin reparos, un sobrino de Rameau que no tiene pelos en la lengua, un auténtico de nuevo cuño. La transparencia de quien ya no cree en la transparencia.
Es la tragedia contemporánea de la cultura española. Imitarnos a nosotros mismos, tan naturales siempre, tan auténticos que terminamos siendo ininteligibles. Como el cine español. Como la cultura española: todos coleguillas.

2 comentarios:

  1. Isabel Sanz Donoso-Cortésdomingo, 22 agosto, 2010

    Me parecen muy atinadas e inteligentes, profesor Broncano, sus críticas a esta novísima jerga de la autenticidad. Lo que no termino de ver claramente es el por qué de esta simpatía instintiva por la coprolalia que lleva a personas como usted -y a otras igualmente lúcidas y agudas- a entregarse con pasión a la lectura de estos subproductos intelectuales, a sabiendas de que después vendrá el arrepentimiento. Es como Almodóvar, en efecto: la mugre nacional más castiza con ropajes (también muy mugrientos en verdad) de transgresión moderna o postmoderna. Con la diferencia de que quienes ven películas de Almodóvar ven otras también, mientras que toda esta ensayística coprolálica (a la que Preciado pertenece también de pleno derecho) es seguramente lo único que está en condiciones de consumir la generación LOGSE-Bolonia y sus paladares de botellón y whisky DYC.

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  2. Santiago Segura lo vio muy bien al bautizar su productora: Amiguetes Enterteinment...

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