Reflexiones en las fronteras de la cultura y la ciencia, la filosofía y la literatura, la melancolía y la esperanza
lunes, 2 de septiembre de 2013
El frente cultural
Desde que tengo uso de razón no ha dejado de sorprenderme, luego irritarme y con los años deprimirme, la porfiada capacidad que tiene la izquierda para hacer de su cultura un infinito jardín de los senderos que se bifurcan. No solo de su cultura, desde luego. Crecí en unos años en los que surgían grupos de izquierda como setas en otoño. He intentado recordar nombres y he perdido la cuenta en la veintena. Cada uno comenzaba sus panfletos y declaraciones múltiples por establecer sus diferencias no con el capitalismo sino con el grupo más próximo, al que trataba siempre de enemigo infiltrado, de derrotista, de traidor, ... No entendía cómo había tanta inquina y aún entendía menos las diferencias.
Viene este proemio a cuento de que en el último número de Sin Permiso aparece un viejo artículo de Chomsky contra el pensamiento posmoderno, lo que los americanos llaman la French Theory (Lacan, Derrida, Foucault,...). Un artículo de 1995 (eran los años de la polémica entre modernismo/posmodernismo) que se publica ahora, me imagino que con algún propósito de "lucha cultural". Me ha vuelto a invadir la melancolía al leer y leer entre líneas el ánimo adverso contra unos y contra otros que destila el artículo y su presentación, como si fuera parte de una guerrilla del frente cultural. "Frente cultural" es una expresión de otra época, de otro país y quizá de otra historia, que hace referencia a una concepción batalladora global, en donde "mantener la línea" es lo esencial, no importa a qué horizonte real se dirija esa línea ni quienes caigan en la batalla.
Tengo que confesar que no he sido nunca un practicante de la filosofía en el estilo post-estructuralista francés. He leído, como muchos, a los autores que hay que leer, y he seguido más de lejos que de cerca su trayectoria. Y quizá he dirigido muchas invectivas a la dificultad de su lectura, y a veces he entrado en controversias por unos u otros puntos de tal o cual autor. No más ni menos que lo que uno hace en el trabajo de la filosofía. Pero una cosa es la discrepancia y otro la descalificación. He leído unos cuantos cientos de libelos parecidos al de Chomsky que se resumen en a) no he entendido nada, b) discrepo totalmente de esa filosofía, c) representa un pensamiento en el fondo contrarrevolucionario. No haré sangre sobre las inconsistencias que contienen estos estereotipos que se han repetido con asiduidad y en los mismos términos ya desde que mayo del 68 se declaró "non sancto" por los señores de la ortodoxia. No abundaré mucho tampoco sobre el argumento de la dificultad de la lectura. Me apena que Chomsky practique un estilo de crítica y estereotipos del que él tantas veces ha sido víctima. Me apena mucho más que emplee un bajo argumento populista sobre a qué foros eran invitados estos autores, como si a él le invitasen a los foros populares a hablar de gramática universal y teoría de parámetros y no del imperialismo americano. Por lo demás, es curioso que Chomsky (y quienes deciden reeditar su alegato) coincida tanto en esto con los neoconservadores y con el anterior papa en que el enemigo es el relativismo posmoderno. Vaya.
En fin, mi problema es con esta concepción frentista de la cultura y la filosofía que tanto he visto practicar. El gustavobuenismo allende los montes, el althusserismo-riguroso, el acratismo-contra-todo, el ilustracionismo-prisa-bienpensante, el eco-marxo-femi-criticismo-elegante, el nietzschanismo-no-se-enteran-que-el-sujeto-ha-muerto, etc. ¿Pero qué hemos hecho de la cultura? Raymond Williams sostenía que la cultura es lo cotidiano, lo que tenemos en común con el lenguaje y el espacio en el que todos nos encontramos. Cada uno con sus jergas y defectos de pronunciación, cada uno con sus historias. Por ser común, hay un sólo argumento que no puede ser esgrimido: "no se entiende", "no merece la pena ni leerse",... Es pura violencia intelectual. Es el argumento definitivo que permite cualquier acción, como en cualquier frente cuando se afirma "no son humanos", "ni siquiera son personas". Como practicante (más o menos fiel, más o menos infiel) de la tradición analítica he tenido que sufrir muchas veces la descalificación absoluta y sé de qué hablo acerca que colocar a alguien en la línea de fuego cultural.
La cultura es controversia, discusión, acaso polémica encendida. Pero no hay frentes culturales. Gramsci, que teorizó mucho y bien sobre el asunto, hablaba de culturas hegemónicas y contrahegemónicas, de formas de agruparse alrededor de posiciones críticas contra el dogmatismo. Justo lo contrario que practican quienes teóricamente se consideran sus seguidores. En fin, así nos va.
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Si realmente es necesario pensar y repensar esa postura frentista de la cultura en la izquierda, la he pensado y sufrido tantas veces, porque además es un reducto desde el cual es difícil hacer política como encuentro entre diferentes: a) a veces, he creído que es un ejercicio de identidad, para poder dar contenido a lo propio, se empieza por decir que no soy... un camino es denostando al otro; b) otras veces, supongo que es la escala irremediable de lo local, que hace que actuemos tribalmente, es dificil verme con otros más allá de un grupo con el que puede dialogar cara a cara o ahora facebook a facebook; y C) finalmente he supuesto que la actitud frentista es resultado del irremediable necesidad de ejercicio de poder donde el mundo empieza por lo que puedo clasificar y poner en orden, ordenar es colocar etiquetas...eso me da posibilidad de ejercer un orden y poder nombrarlo, lo cual no es poca cosa, cuando la impotencia en el hacer... me imposibilita otra cosa. En fin seguiré construyendo e imaginado explicaciones, pero en años recientes me impacto la postura de Zizek al respecto de la hipocresía y la violencia de de tolerancia, como esa aceptación del diferente, que le concedo existir pero que no lo acepto su existencia, tolero su expresión pero no acepto vivir en la diferencia, solo acepto como una expresión distinta de la norma que hay que tolerar pero no dialogar, ojala el péndulo en el que se mueven frecuentemente nuestras sociedades, no nos lleve a pasar de frente cultural a la tolerancia magnánima y violenta, de acepto tu diferencia mientras no interactues y mucho menos quieras dialogar conmigo o lo peor te cruces en mi vida, en fin veremos si el péndulo se mueve del frentismo a....
ResponderEliminarBuenas tardes.
ResponderEliminarInteresante descripción del frente cultural.
Me gustaría profundizar en el tema de las culturas hegemónicas y contrahegemónicas, ¿podrías facilitar alguna bibliografía de Gramsci?
Gracias.