Reflexiones en las fronteras de la cultura y la ciencia, la filosofía y la literatura, la melancolía y la esperanza
domingo, 27 de junio de 2010
El programa de Bartlebooth
jueves, 24 de junio de 2010
Cuando miramos
sábado, 19 de junio de 2010
Objetos puros
domingo, 13 de junio de 2010
La edad del pensamiento
jueves, 10 de junio de 2010
Clases pasivas
Unos ojos. Simplemente unos ojos. La fotografía se titula: Los ojos de Gutete Emerita.
En realidad lo que aparece ahí es solamente un fragmento. El resto de la fotografía son palabras. Las traduzco y transcribo:
"Gutete Emerita, de treinta años, está frente a una iglesia donde 400 tutsi, hombres, mujeres y niños fueron sistemáticamente masacrados por un escuadrón de la muerte hutu durante la misa del domingo. Ella estaba en misa con su familia cuando comenzó la masacre. Asesinados a machetazos delante de sus ojos yacían su marido Tito Kahinamura, de 40 años, y sus dos hijos, Muhoza, de 10, y Matirigari, de 7. De algún modo Gutete logró escapar con su hija Marie Louise Unumararunga, de 12. Se ocultaron en un pantano durante tres semanas saliendo solamente por las noches para comer"
La fotografía es también fotografía del texto. A medida que la palabra nos inunda, los ojos de la imagen comienzan a cambiar y los nuestros también: comienzan a intercambiar (miradas): ¿qué mira?, ¿a quién mira?, ¿me mira a mí?, ¿mira lo que no puede ser mirado?, ¿mira lo que no puede ser dicho?, ¿quién es la víctima?, ¿quién el victimario?
La imagen no se ha unido con quien la mira. No puede. NO debe. Pero comienza la acción. Una acción que tal vez sólo el arte consiga despertar.
lunes, 7 de junio de 2010
Ser radical
"Estamos
hartos (...)
de
la
economía.
Tras
generaciones
en las
que
se
nos
ha
disciplinado,
se
nos
ha
pacificado,
en
que
se
había hecho
de
nosotros
los
sujetos,
naturalmente
productivos,
satisfechos
de
consumir.
Y he
aquí
que
se
revela
aquello
que
estábamos
tratando de
olvidar:
que
la
economía
es
una
política.
Y
que
esta
política,
hoy,
es una
política
de
selección
en
el
seno
de
una
humanidad
convertida, masivamente,
en
superflua.
De
Colbert
a
De
Gaulle
pasando
por Napoleón
III,
el
Estado
siempre
ha
concebido
la
economía
como política,
no
menos
que
la
burguesía,
que
obtiene
beneficios,
y
los proletarios
que
la
padecen.
No
existe
más
que
este
extraño
estrato intermedio
de
la
población,
este
curioso
agregado
sin
fuerza
de
los que
no
toman
partido,
la
pequeña
burguesía,
que
siempre
ha simulado
creer
en
la
economía
como
en
una
realidad
–
porque
así
su neutralidad
quedaba
preservada.
Pequeños
comerciantes,
pequeños patronos,
pequeños
funcionarios,
cuadros,
profesores,
periodistas, intermediarios
de
todas
las
clases
forman
en
Francia
esta
no‐clase, esta
gelatina
social
compuesta
por
la
masa
de
los
que
simplemente quisieran
pasar
su
pequeña
vida
privada
a
cubierto
de
la
Historia
y sus
tumultos.
Este
pantano
está
predispuesto
a
ser
el
campeón
de
la mala
conciencia,
preparado
para
tener,
en
su
somnolencia,
los
ojos cerrados
a
la
guerra
que
causa
dolor
a
su
alrededor.
Cada establecimiento
del
frente
está
señalado
en
Francia
por
la
invención de
un
nuevo
capricho.
Durante
los
últimos
diez
años,
éste
fue
ATTAC y
su
inverosímil
tasa
Tobin
–
cuya
instauración
habría
requerido nada
menos
que
la
creación
de
un
gobierno
mundial,
su
apología
de la
“economía
real”
contra
los
mercados
financieros
y
su conmovedora
nostalgia
del
Estado.
La
comedia
duró
lo
que
duró,
y acabó
en
una
insípida
mascarada.
De
una
extravagancia
a
otra,
llega el
decrecimiento.
Si
ATTAC
con
sus
cursos
de
educación
popular
ha intentado
salvar
a
la
economía
como
ciencia,
el
decrecimiento pretende
salvarla
como
moral.
Sólo
hay
una
alternativa
al
apocalipsis en
marcha, decrecer.
Consumir
y
producir
menos.
Convertirnos
en alegremente
frugales.
Comer
bio,
ir
en
bici,
dejar
de
fumar
y supervisar
seriamente
los
productos
que
se
compran.
Contentarse con
lo
estrictamente
necesario.
Sencillez
voluntaria.
“Redescubrir
la verdadera
riqueza
en
la
felicidad
de
unas
relaciones
sociales distendidas
en
un
mundo
sano.”
“No
abusar
de
nuestro
capital natural.”
Avanzar
hacia
una
“economía
sana”.
“Evitar
la
regulación por
el
caos.”
“No
generar
una
crisis
social
poniendo
en
duda
la democracia
y
el
humanismo”.
Resumiendo:
convertirte
en
ahorrador. Volver
a
la
economía
de
Papá,
a
la
edad
de
oro
de
la
pequeña burguesía:
los
años
50.
“Cuando
el
individuo
se
convierte
en
un
buen ahorrador,
su
propiedad
cumple
por
completo
su
misión,
que
es
la
de permitirle disfrutar de su propia vida
al abrigo de la existencia pública o en la reclusión privada”
La insurrección que viene. Colectivo invisible. La fabrique editions. París 2007.
Tomado de
http://caosmosis.acracia.net/wp-content/uploads/2009/05/la_insurrecion_que_llega.pdf
Los del colectivo Tiqqun (como buenos ácratas) no tienen nostalgia del Estado. Quizá discrepemos, quizá nos andemos por las ramas si decimos que tenemos nostalgia de la política y de los tiempos en que la economía era economía política. Quizá uno pertenezca, haya pertenecido siempre a la pequeña-burguesía. Quizá. Pero andarse por las ramas no exime de columpiarse en las raíces y saber que las palabras radicales, más allá de tanta bullshit como nos llena, son acontecimientos a los que atender en este espectáculo que nos habita. No se olvide la fecha en que está escrito el panfleto: 2007.