Según muchos pensadores contemporáneos muy cercanos a las tesis de la sociedad del espectáculo de Guy Debord, la función de la ideología habría ya desaparecido en las formas contemporáneas de capitalismo. La ideología, para la filosofía marxista, tiene como función ocultar la realidad y las condiciones reales de existencia, la naturaleza social de los vínculos que atan a los grupos y clases, y presentar como sustituto la idea de fuerzas naturales que hacen que parezca natural y necesario lo que no es sino artificial y contingente. En la sociedad del espectáculo rige por el contrario una razón cínica donde todos saben lo que pasa, pero no importa. La ideología ya no oculta, al contrario, hace visibles los lugares y puestos de cada grupo y clase. No hay nada que ocultar porque, sostienen estos autores, se ha creado ya la convicción de que no hay alternativa posible. Todo es imagen, simulacro, todo está a la vista: disfrutamos de los placeres y los dolores del mundo a la hora de las noticias. Nadie se engaña. Pero el efecto es el mismo: saber que es artificial no cambia la convicción de que no hay alternativa.
Reflexiones en las fronteras de la cultura y la ciencia, la filosofía y la literatura, la melancolía y la esperanza
miércoles, 29 de diciembre de 2010
El arte de la distancia
Según muchos pensadores contemporáneos muy cercanos a las tesis de la sociedad del espectáculo de Guy Debord, la función de la ideología habría ya desaparecido en las formas contemporáneas de capitalismo. La ideología, para la filosofía marxista, tiene como función ocultar la realidad y las condiciones reales de existencia, la naturaleza social de los vínculos que atan a los grupos y clases, y presentar como sustituto la idea de fuerzas naturales que hacen que parezca natural y necesario lo que no es sino artificial y contingente. En la sociedad del espectáculo rige por el contrario una razón cínica donde todos saben lo que pasa, pero no importa. La ideología ya no oculta, al contrario, hace visibles los lugares y puestos de cada grupo y clase. No hay nada que ocultar porque, sostienen estos autores, se ha creado ya la convicción de que no hay alternativa posible. Todo es imagen, simulacro, todo está a la vista: disfrutamos de los placeres y los dolores del mundo a la hora de las noticias. Nadie se engaña. Pero el efecto es el mismo: saber que es artificial no cambia la convicción de que no hay alternativa.
jueves, 23 de diciembre de 2010
También se cantará en los tiempos oscuros
VII
Siempre puede haber un tiempo de inocencia.
Nunca existe un lugar. O si no existe un tiempo,
Si no es cosa de tiempo, ni de espacio,
Existiendo, a solas, en su idea,
En el sentido contra la calamidad, no es por ello
Menos real. Para el filósofo más frío y más anciano
Hay o debe de haber un tiempo de inocencia
Como puro principio. Su naturaleza es su fin,
Que debería ser y no ser a un tiempo, una cosa
Que estimula la piedad de un hombre piadoso,
Como un libro al atardecer, hermoso pero falso.
Como un libro al alba, hermoso y verdadero.
Es como una cosa de éter que existe
Casi como predicado. Pero existe,
Existe, y es visible, existe, es.
Así, entonces, estas luces, no son un hechizo de luz,
Un refrán caído de una nube, sino inocencia.
Inocencia de la tierra y no un signo falso
O un símbolo de malicia. Que participamos
De eso mismo, yacemos como niños en esta santidad,
Como si, despiertos, yaciésemos en la quietud del sueño,
Como si la madre inocente cantase en la oscuridad
De la habitación y en un acordeón apenas oído,
Crease el tiempo y el espacio en el que respirábamos..
(Wallace Stevens)
Que la felicidad os encuentre disponibles
domingo, 19 de diciembre de 2010
Producción de ausencia
jueves, 16 de diciembre de 2010
El avatar del cuarto de al lado
"Cada cuarto propio comporta la posibilidad de contener un ojo que mira o su equivalente óptico artificial. La mirada viene dada por el pensamiento de que puede haber alguien al otro lado que observa. Cada edificio repleto de ventanas esconde en cada una de ellas, apagadas, la contingencia de camuflar un ojo voyeur, la eventualidad de ser una ventana indiscreta.
sábado, 11 de diciembre de 2010
Los que confunden la vida y el lenguaje
miércoles, 8 de diciembre de 2010
La noche de la valquiria
Ayer tuve la suerte de asistir (a la distancia proletaria que permiten las emisiones en directo a cines) al estreno de La Valquiria de Wagner en La Scala de Milán dirigida por Daniel Barenboim. Afuera, los italianos se manifestaban contra los recortes económicos en cultura y educación que está infligiendo el estado (italiano, todos). Se tocó el himno nacional (estaba presente el presidente Giorgio Napolitano) y, a continuación, el director, siempre consciente de su lugar y tiempo, comenzó por declarar su preocupación por el futuro de la cultura en Europa. Leyó el artículo 9 de la constitución italiana que promete la protección a la cultura científica y humanística y, tras un encendido aplauso, dio comienzo a la representación. Era imposible que tal marco no determinase la interpretación.
La Valquiria es la parte de El anillo del nibelungo que ilumina más el mundo de los hombres: héroes y villanos, amores y odios de tribus. Los dioses (Wotan) son conscientes de su pecado: se han vendido al oro y ahora están amenazados por los ejércitos del mal: los ejércitos del nibelungo Alberich, que abominan del amor y representan la fuerza del poder del dinero, les amenazan y la lenta recolección de héroes muertos que Wotan ha emprendido no bastará para detener el curso de la historia. Creen los dioses que sólo un héroe (humano, libre) puede salvarlos. Wotan ha creído ver en el Welsungo Siegmund el sueño de este héroe (que los dioses sueñan con un héroe humano es el mensaje de Wagner. Que los dioses estén enfrentados a un destino trágico es el tema que resuena en el heideggeriano "demasiado tarde para los dioses, demasiado pronto para el Ser"). El héroe también está destinado a un fin trágico: los dioses tienen que elegir entre la moral del héroe y la moral convencional y eligen la última. Siegmund es condenado pero la Valquiria Brünnhilde salva el futuro (Siegfried) a costa de su propia inmortalidad: su precio es convertirse en humana.
Metáfora de la aristocracia cultural alemana en decadencia ante los ejércitos de la burguesía y el mercado, las parábolas de El anillo de los nibelungos sonaban anoche como trompetas que llamaban a un juicio final a los señores de Europa. Amor contra mercado, héroes contra dioses, valentía frente a los miserables que mandan. Weslungos por los bosques en perpetua huida de los bárbaros interiores, condenados al sacrificio por las diosas de los mercados (¿por qué se parecería tanto la diosa Fricka, esposa de Wotan (Ekaterina Gubanova) a Ángela Merkel?).
lunes, 6 de diciembre de 2010
Retorno al eterno retorno
domingo, 28 de noviembre de 2010
El tedio y la atención
"Todas las cosas dan fastidio. Nadie puede decir que no se cansa el ojo de ver, ni el oído de oír. Lo que fue, eso será; lo que se hizo, eso se hará: nada hay nuevo bajo el sol. Si algo hay de lo que se diga: "Mira, eso sí que es nuevo", aún eso era ya en los siglos que nos precedieron. No hay recuerdo de los antiguos como tampoco de los venideros quedará memoria en los que después vendrán"
miércoles, 24 de noviembre de 2010
martes, 16 de noviembre de 2010
Gente que se copia a sí misma
domingo, 14 de noviembre de 2010
Retablos de maravillas
sábado, 6 de noviembre de 2010
Después del apocalipsis
lunes, 1 de noviembre de 2010
Los tres marcels
viernes, 29 de octubre de 2010
Lados del lenguaje
y ayudar al héroe en su tarea
de alentar algo hasta convertirlo en sus propios pensamientos,
Noms de Personnes, Noms de Pays
como Proust enseñó le tout Paris
su pequeña frase
intentando conseguirlo entre el dolor y su expresión.
La vida yace entre Combray y Illiers.
No es imposible que las reflexiones en torno a una magdalena
iluminen una mente,
pero un hombre que quiere detalles concretos
grita de dolor
con la superficie afásica de los objetos y sucesos
de un día,
sólo puede elegir la boca con la que dice:
debería haberme gustado escribir un buen libro.
Eso no ha ocurrido
pero ya pasó el tiempo en que podía mejorarlo.
Verónica Forrest-Thomson. Traducción de Raúl Díaz Rosales. Poesía. f. figura de pensamiento. Antología
sábado, 23 de octubre de 2010
Lazos débiles
lunes, 18 de octubre de 2010
Negación del tiempo
lunes, 11 de octubre de 2010
Alguien tendrá que hacerlo
Fin y principio
Después de cada guerra
alguien tiene que limpiar.
No se van a ordenar solas las cosas,
digo yo.
Alguien debe echar los escombros
a la cuneta
para que puedan pasar
los carros llenos de cadáveres.
Alguien debe meterse
entre el barro, las cenizas,
los muelles de los sofás,
las astillas de cristal
y los trapos sangrientos.
Alguien tiene que arrastrar una viga
para apuntalar un muro,
alguien poner un vidrio en la ventana
y la puerta en sus goznes.
Eso de fotogénico tiene poco
y requiere años.
Todas las cámaras se han ido ya
a otra guerra.
A reconstruir puentes
y estaciones de nuevo.
Las mangas quedarán hechas jirones
de tanto arremangarse.
Alguien con la escoba en las manos
recordará todavía cómo fue.
Alguien escuchará
asintiendo con la cabeza en su sitio.
Pero a su alrededor
empezará a haber algunos
a quienes les aburra.
Todavía habrá quien a veces
encuentre entre hierbajos
argumentos mordidos por la herrumbre,
y los lleve al montón de la basura.
Aquellos que sabían
de qué iba aquí la cosa
tendrán que dejar su lugar
a los que saben poco.
Y menos que poco.
E incluso prácticamente nada.
En la hierba que cubra
causas y consecuencias
seguro que habrá alguien tumbado,
con una espiga entre los dientes,
mirando las nubes.
De "Fin y principio" 1993
Versión de Abel A. Murcia
El poema es un canto a los inexpertos, una suerte de llamada contra la necesidad, contra las cadenas de causas y consecuencias, a favor de los lazos débiles. Cuando todo es griterío, alguien tiene que recordarnos las cosas más simples de la vida: que acabarán los poderosos poniéndolo todo perdido y alguien tendrá que limpiar sus desperdicios. Desde hace más de un siglo hemos configurado la metafísica de la existencia contemporánea a imagen y semejanza de las guerras, o de los juegos: es lo mismo. Competencia, ganar,mercado, juego. Alguien tendrá que limpiar todo eso, digo yo.
sábado, 9 de octubre de 2010
Tlatelolco, Cascorro
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Espejos rotos
sábado, 25 de septiembre de 2010
El tiempo de los reyes
martes, 21 de septiembre de 2010
Más Basura(ma) por favor
Según todos los expertos la crisis económica española tiene su particular infierno en la burbuja de la construcción. Me niego a aceptarlo. En España faltan construcciones y constructores. Es verdad que sobran acumuladores de ladrillos, multitudes de especuladores que, en un horrísono ejercicio de vulgaridad y uniformidad, han llenado el paisaje de estridencias, farolas, granitos, a(c)osados, torres de apartamentos playeros, casas rurales,..., imaginarios de un país que se creyó rico cuando sólo era hortera.
viernes, 17 de septiembre de 2010
Espejos del sentido
con bosques inmensos y lagos tenebrosos,
con el eco de palabras tristes -
sábado, 11 de septiembre de 2010
Blues de la frontera
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Contigo/conmigo en la distancia
- Sujeto/Objeto
- Voluntad / Representación
- Mente/Cuerpo
- Sustancia/Accidente
- Interno/ Externo
- Persona/Sociedad
- Naturaleza/Cultura
- Lenguaje/Mundo
- Autor / Texto
- Texto/Contexto
- Estado/Evento
- Evento/Narración
- Subjetividad / Objetividad
- Normatividad / Facticidad
- Inmanencia/Trascendencia
- Presencia/Ausencia
- Diferencia/Repetición
La ilusión de la posmodernidad ha sido creer que al abandonar las dicotomías metafísicas que crean la violencia manifiesta en nuestra cultura como en ninguna otra a lo largo de la historia se abandona la violencia. Pero su disolución es ideológica. La posmodernidad supera en la cabeza lo que no es capaz de superar en la realidad. ¿Cómo abandonar una metafísica violenta sin eliminar al mismo tiempo lo interesante de las dicotomías? Quizá haya una senda de negociación o reequilibración de las dicotomías que nos permita convivir con ellas y al tiempo sobrevivirlas. Es la de concebirlas como ejercicios de distancia. Las dicotomías pueden no tener significado metafísico y sin embargo operar como dispositivos de tensión constitutiva de la identidad. La distancia es una condición humana: la separación entre yo y otro puede ser dicotómica o puede ser un ejercicio de distancia, como la reflexión sobre sí, o la separación entre lo imaginario y lo real. La idea que preside la indagación en la identidad en la cultura contemporánea es que la condición humana es la del desacoplamiento y la distancia de sí como forma de existencia. La separación entre lo real y lo imaginario, entre el principio de deseo y el principio de realidad no es tanto una caída desde una unidad originaria como un desarrollo del cuerpo y del cerebro que tiene que ver con una condición de exilio que hace siempre presentes y actuantes los dos polos entre los que se mueve el pensamiento y la acción. El niño adquiere su condición de sujeto desacoplándose de sí mismo y de lo real, comenzando a distinguir entre realidad y apariencia. Comienza a desear al tiempo que comienza a distinguir lo real y lo imaginario. Comienza a tensar sus relaciones con el otro cuando empieza a entenderlo como subjetivamente distinto, y comienza a tener problemas de identidad cuando sus yoes se desacoplan entre las miradas propias y las ajenas. El ejercicio de la distancia como condición puede ser capturado por nuevas metáforas, quizá la más cercana sea la del exilio: expulsados de nosotros mismos, odiando y deseando a la vez la casa del padre, en la frontera entre lo conocido y lo imaginado, entre un pasado del que huimos y un futuro que tememos. El ser humano ingresa en la segunda naturaleza como el pionero en la frontera o el exiliado en su nueva dirección: sin abandonar nunca lo otro, sabiéndose extranjero de sí mismo. La distancia no abandona las dicotomías. Las gestiona como se gestiona la economía de sí: razones y emociones, mente y cuerpo, yo y otros, nosotros y ellos, realidad y representación, imaginario y real. La segunda naturaleza que constituye lo humano, y que a veces se confunde con el lenguaje y otras con la cultura o con cualquiera de sus realizaciones, es la naturaleza del desacoplamiento del en-sí y el para-sí, del sí mismo y del otro, del lenguaje y lo real, etc. Este desacoplamiento es una forma de existir. Quizá es el mensaje más importante de la filosofía de Sartre en El ser y la nada, el que vivir humanamente es vivir en la distancia, que el ser es existir en distancia, jugando siempre en el borde del autoengaño, del saberse de una naturaleza que no se acepta, del quererse en una imagen que se sabe imposible, del desear un deseo que se sabe impotente. Es el secreto que Hölderlin nos desvela
Así el hombre; cuando la dicha está a su alcance
y un dios en persona se la trae, no la reconoce.
Pero desde que sufre,
entonces sabe expresar lo que quiere,
y entonces las palabras justas
se abren como flores.
viernes, 3 de septiembre de 2010
Cada vez que decimos adiós
Abro el correo:
De: COMUNICACION INSTITUCIONAL UC3M <comunicacion.institucional@
Fecha: 3 de septiembre de 2010 14:56
Asunto: [todos] Fallecimiento del profesor José Luis Brea Cobo
Para: todos@listserv.uc3m.es
Lamentamos comunicar el fallecimiento de nuestro compañero, el profesor del Departamento Humanidades: Historia, Geografía y Arte, José Luis Brea Cobo.
--
COMUNICACION INSTITUCIONAL UC3M
Mudas piedras derrumbadas, ciegas calles sin salida, dónde está la memoria de aquel fragor de banderas, la efervescencia de aquellos entusiasmos callejeros, la electricidad que cada grito de libertad exhalado por millares de gargantas ha hecho correr, como la sangre, a raudales, hacia ninguna parte.
Sueños desvanecidos, memorias vanas, qué queda ahora de aquellos entusiasmos sino la más tibia conmiseración, el arrepentimiento más lúgubre, la más penosa expiación quizás. Un torpe silencio enmudecido que pareciera pretender hacerse perdonar el haber apostado a límite, el haberlo intentado todo. Y la cínica entronización de la indiferencia, de la medianía, de esta feroz nueva barbarie del “nuevo orden”, de la tremenda pobreza que, además, soporta silenciada toda la sublevación que en los corazones salvajes despertara otrora su contemplación.
Y ahora, esa tenue pátina equilibrada que borra todo horizonte de riesgo, que liquida toda tentación transformadora en nombre de una razonabilidad mermada, como si la oferta de lo que hay, del mundo escindido, colmara toda expectativa legítima, como si de pronto lo ilegítimo fuera reclamar algo más, un más allá, un final -y, en él, un comienzo.
Y es entonces entre terrores entre lo que tenemos que elegir: el de soñar contra el de aceptar la villanía de lo real en su insuficiencia, el de experimentar en los límites contra el que nos produce el recuerdo terrible de las formas totalitarias de consolidación edificante en que la puesta en escena de tal soñar, tantas veces, ha desembocado.
Pero en esto se nota que amamos nuestro siglo, su profunda histeria: antes nos entregamos al vértigo de la inagotabilidad de sus sueños imposibles -explorándolos precisamente allí donde no se pretenden resolutivos, salvíficos- que cederíamos a la tentación de contentarnos con el tibio bienestar que de su renuncia y apartamiento se suceden.
Pues en ello, en estos últimos días, el silencioso fragor del sufrimiento sigue golpeando nuestros oídos por debajo de la conspiración de silencio que pretende cerrar el mundo en la modulación de un orden aparente. Pues a ese orden le sabemos cruel, aún más sanguinario y terrible en su implacable realidad que podría serlo cualquier experimento en el legítimo ejercicio del intento de revocarlo. De tal lado estamos. Y sí: mísero aquél proyecto que olvide que está aún muy lejos el horizonte que le legitima. Aquél remoto horizonte en que conoceríamos “la dicha que, semejante al sol de la tarde, hará don incesante de su riqueza inagotable para verterla en el mar, y que, como él, no se sentirá plenamente rico sino cuando el más pobre pescador reme con remos de oro. Esa dicha divina se llamaría entonces: humanidad”