I
Los vientos del norte recobraban
otros gélidos días
del tiempo futuro oscura nube
que guarda pruebas
para amantes ensimismados.
Allí le dijo
--siempre estaré contigo
meses sin memoria que han de pasarnos
no tocarán tu alma,
negaciones que empareden
tus pasos se abrirán
a mi voz.
Escuchaba como quien ya no oye llover,
repetía la salmodia de sus palabras,
estrechaba la cintura de su promesa
y sabía del lugar de su voz en el orden de las cosas.
Cada duda era masticada por la urgencia.
Allí le dijo
--no te amo a ti, amo tu especie
que no existe sin tu cuerpo,
estoy delante de ti
dos pasos antes del abismo,
no tienes otro camino que mis pasos.
Ya no sangraban sus oídos,
las hormigas volvían seguras a su nido,
los caminos habían olvidado bifurcarse, lejos
los confesionarios se recogían
--calla, no digas ni aún lo necesario,
me faltan tus palabras,
no me pierdas de vista,
en tu pesadilla no olvides
mis tres nombres secretos.
Allí le dijo:
-- somos dos y el destino
se ha venido a nuestros pies.
Los pasos dados
con cuidado de las horas
que restan del instante germinal
con los ojos abiertos
a todas las ventanas que traiciona el alba
Los pasos contados
de tiempo en tiempo,
acompasando los vacíos
que una torre solitaria
acoge en la colina
Los pasos perdidos
en el humo de los días,
en un sendero de lagartos rojos,
en el triste vacío de un alba gris,
en un bosque de líquenes ariscos.
III
En el tono adecuado,
la razón y la rima
exactas
En la dulce expresión
de una lenta voluta
de humo
En el estricto acoso
de la palabra escrita
sin eco
En el eterno olvido
de la pared de piedra
labrada
Escribiré tu nombre