“Materialismo” y “humanismo” parecen ser términos tan viejunos como “pocholo” o “cuqui”. Epocales, ecos de tiempos de discusiones en que la filosofía no había sufrido el huracán posmodernista que se llevó tantos chamizos teóricos. John Bellamy Foster, en su magnífico libro Marx’s Ecology (Verso, 2000) se preguntaba por este abandono del término “materialismo”, y con respecto a “humanismo”, como ya he ido escribiendo en este blog, los anti, los post y los trans han acabado también con el prestigio del término.
Pero si los términos no están de moda lo que portan los
conceptos siguen siendo cuestiones perennes: hablan de lo que está hecho el
universo y de lo que está hecha la historia humana. Es difícil resumir en un
solo criterio las múltiples variedades de jardín de estas dos especies
filosóficas, pero en este breve apunte, hecho más para recordar(me) la
necesidad de volver a pensar los conceptos que para desarrollarlos, sugiero,
en primer lugar, un intento de encontrar hilos comunes en las historias
culturales de sendos conceptos y actitudes y, en segundo lugar, una propuesta
de interacción: el materialismo más aceptable es el humanismo, el humanismo más
aceptable es el materialista.
Materialismo(s)
El materialismo es desde Epicuro y Lucrecio una opción que
ha determinado buena parte de la filosofía moderna. Es muy difícil encontrar
puntos comunes, pero cabe pensar en un materialismo ontológico: toda causa es
causa material; un materialismo epistemológico: el espacio de las causas es
independiente del espacio de las razones; un materialismo práctico: el sujeto
es transformado por el mundo que transforma y un materialismo cultural: todo
objeto cultural tiene una base material. Sería muy largo de desarrollar cada
uno de esos puntos, así como las muchas cuestiones abiertas, como por ejemplo,
acerca de si el materialismo implica determinismo (que creo que no), o si el
materialismo permite alguna forma de emergencia de propiedades de sistema
(aunque toda propiedad no material, como por ejemplo las mentales, tiene una
base material, en este caso compleja, en la interacción de los sistemas
neuronales con otras partes del cuerpo y el entorno (lo que técnicamente se
denomina superveniencia en su acepción global). En todo caso, el núcleo común a
todas las variedades es la idea de la base física de cualquier otro nivel de
descripción y constitución del mundo. Los materialismos más interesantes son,
sin embargo, los materialismos que hablan de la interacción cultura-entorno, es
decir, los materialismos culturales. Raymond Williams, en su colección de
artículos recogida en Cultura y materialismo (1980) trata de recuperar
un materialismo más allá del insoportable dualismo del marxismo estructuralista
entre estructura y superestructura. Este dualismo sí que es viejuno y
periclitado.
Humanismo(s)
Hay tantos adjetivos adheridos al humanismo que es difícil
saber si se habla de lo mismo: humanismo renacentista, ilustrado, romántico,
ateo, cristiano, socialista, libertal,…. Sin embargo, desde su origen en las
luchas de los ciudadanos de Florencia y otras ciudades-república por su
independencia frente a las fuerzas bárbaras de los ejércitos del imperio
germano, más tarde de los ejércitos franceses, papales y españoles, el
humanismo nació como una reivindicación de la agencia humana contra dos fuerzas
tan simétricas como contradictorias: la Providencia y la Fortuna, es decir, los
azares de lo que es externo a la autonomía de los proyectos colectivos. El
humanismo cabe resumirlo en una frase que toma diversas presentaciones en la
historia: toda emancipación viene de la práctica humana, todo lo demás es
suerte o regalo (envenenado) de fuerzas externas.
Dadas las innumerables variedades se encontrarán múltiples
formas de combinación: hay tantos materialismos no humanistas como arenas en la
mar y tantos humanismos no materialistas como hojas de hierba en la pradera, y
sin embargo la mezcla más coherente sigue y seguirá siendo el materialismo
humanista o el humanismo materialista. Marx y Darwin explicaron por qué lo
humano es terrestre y sin embargo es agente con una cierta anomalía: la de
tener proyectos y desear llevarlos a cabo. Marx anticipó antes de cualquier
conciencia ecológica que el capitalismo estaba expoliando la naturaleza, que el
trabajo alienaba a los humanos de la naturaleza y que esta no era sino su
cuerpo inorgánico. Darwin explicó la continuidad del río de la vida desde el
ser vivo originario, probablemente una arquea hasta las especies depredadoras
del género homo.
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