Un comentario a mi anterior post sobre
Avatar señala muy agudamente que la película decae cuando el marine discapacitado comienza a controlar el cuerpo del avatar. Es cierto. Se opera en ese momento una identificación de una personalidad desdoblada que habría dado mucho de sí, como ocurre en
Persona de Bergman. La idea de un avatar semicontrolado es la mejor metáfora de la existencia humana entre la persona y el personaje que somos, entre la máscara y el rostro. Lo interesante que tienen experiencias como Second Life (Mª Elena Mexía hizo hace dos años una hermosísima tesina sobre ello) es que crean un espacio inestable en el que los sueños se realizan en parte, pero los avatares van cobrando su propia inercia, justo como ocurre con nuestras propias máscaras. Nos pasamos los días diciendo de nosotros mismos "yo no soy ese que tú te imaginas,...", la máscara en los salones públicos que uno ama y odia.
El control del avatar es siempre parcial, como corresponde a una personalidad escindida como la que nos cabe ocupar en una sociedad en donde el espectáculo y la realidad se funden y donde la opacidad de nuestro ser nace de la incapacidad que tenemos para comprender las razones de nuestro avatar.
El avatar mío que escribe estas líneas no siempre me obedece, se le van los dedos y escribe cosas que no diría yo ni en los más íntimos lugares pero que el desvergonzado confiesa. No me ocurre sólo a mí, le ocurre a todos, le ocurre a nuestro cuerpo cada vez que sale a la calle y deja traslucir emociones, deseos y malestares que querríamos guardar en un baúl y no lo logramos.
Porque el cuerpo es siempre, casi siempre, un cuerpo avatar.
Como insistente antifan de Avatar, me permito una recomendación: Where the wild things are. Aparte de la belleza y la magia de cada escena, me parece pertinente porque es un punto de visto distinto sobre la urgencia de huir de nosotros mismos. Si en Avatar esta huida es hacia afuera, en Wtwta es hacia dentro. El niño parece no necesitar enmascarar un ego del que aún no es totalmente consciente cuando es capaz de construir un mundo distinto a su alrededor.
ResponderEliminarFeliz año.
Un avatar, una máscara... decía Nietzsche que todos llevamos una máscara, pero que sobretodo al filósofo la máscara le es imprescindible, pues de ninguna otra manera podría cambiar las fuerzas, transmutarlas, o éstas se dejarían.
ResponderEliminarLa película es -sin haberla visto, pero en concepto- un ensayo de lo que el hombre podía haber sido o de lo que el hombre tiene que ser para poder seguir siendo. Creo que el contraste entre marine-tullido y alienígena-perfectamente-integrado-en-su-mundo viene a decirnos esto: que probablemente sea este el camino que debamos recorrer o corremos el riesgo de morir en una tecnocracia o completamente artificiales
Estaba esperando verla para comentar sobre este tema, pero no hare´sino dejar constancia de mi aprobación del contenido sugeretente tanto del post como de la observación de Anónimo (más por su "señalización" que por su posible "recomendación moral", que en principio rechazo).
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