Hace años, el antropólogo Marvin Harris desenvolvió una teoría llamada "materialismo cultural" que pretendía explicar la mayoría de las instituciones y prácticas de una cultura en términos de sus necesidades ecológicas de alimento. Siguiendo a Nietzsche, quien sostenía que uno es lo que come, Harris llevaba los ritos, tabúes, dioses y costumbres a las necesidades, disponibilidades y carencias de proteínas. No diría yo lo contrario, pero me parece que esta clase de reduccionismos sobre la cultura son como los menús de los comedores universitarios, sólo sacian el primer rato de la tarde. Luego vienen las preguntas importantes.
Lo mismo ocurre con los idealismos culturales que uno encuentra en la tradición romántica, y que tampoco sacian más que las espumas de humo de la cocina posmoderna.
Hace tiempo que me atrae mucho más la cultura material: preguntas que uno hace a los silenciosos objetos que nos rodean y constituyen. Paseas una ciudad y cada objeto te plantea una pregunta que convierte el paseo en una intrigante senda por el bosque de los artefactos. Comienzas por responder funcionalmente (cada objeto cubre una necesidad) y pronto reparas en que estás perdiéndote la historia, como quien dice: "Romeo y Julieta es la historia de dos jóvenes que se enamoran".
Las entretelas de los objetos cuentan la historia de una forma de vivir y estar en el espacio y el tiempo. Pasas de un barrio a otro y las ventanas abren y cierran vidas que se ocultan o exponen a través de sus huecos. Trozos de vida que se objetivan en trozos de materia. Interrogaciones sobre sentidos que callan tanto como expresan.
Aquí dejo unas cuantas preguntas a las que no es fácil responder:
Esto está prohibido en los U.S.A.
ResponderEliminarFeliz Semana Santa a tod@s
¿Lisboa?
ResponderEliminarSiempre me había intrigado lo de los zapatos colgando, hasta que hace poco me enteré de que era una forma de señalizar y distribuir los puntos de venta de droga.
ResponderEliminarY respecto a Marvin Harris, hay cierta profesora en la uni que no es solamente una gran seguidora suya, sino que obliga a sus alumnos a serlo también si quieren aprobar.
Coincido en que no basta con ver los objetos únicamente en clave funcional. Quien se quede meramente con ese nivel tendrá como resultado una lectura incompleta del papel que juegan los artefactos en la vida cotidiana. Creo que los artefactos, además de la función que puedan cumplir (y que es una parte integral de su ser como artefactos), entran en tramas que tienen que ver con los significados, las representaciones, los valores que los seres humanos vuelcan sobre el mundo. Los artefactos suelen ser medios para la realización de esas dimensiones culturales y, a la vez, están sujetos ellos mismos a transformaciones que los usuarios pueden operar sobre sus funciones y formas, en un proceso que nunca será definitivo ni completo. Y así como la llamada "estabilización" de los objetos nunca será total, tampoco se puede pretender agotar el discurso sobre los artefactos dando cuenta únicamente de sus aspectos funcionales. ¿Cómo explicar, si no (y por poner un ejemplo), usos como el que algunos jóvenes dan a los alfileres de gancho, empleándolos como aros? Y así pueden observarse muchos más casos, sólo es cuestión de no circunscribir la explicación a lo funcional y de estar atentos a la creatividad que los usuarios despliegan en sus relaciones con las cosas.
ResponderEliminarMuy bueno el blog. Saludos!