No recuerdo haber leído ninguna clasificación de los vínculos que nos atan ni de su fuerza o robustez, quizá ya esté escrita en alguno de los libros de la Biblioteca de Babel y tal vez forme parte de alguna teoría sociológica que ignoro. Me gustaría disponer de un catálogo ordenado de los lazos que establecen la comunidad humana en sus versiones positivas y negativas. Me gustaría saber del grado de vulnerabilidad, de cómo nos constituyen. Al igual que en la Enciclopedia China de Borges, debe haber muchos criterios de orden que se enredan en la lista que sigue, que se solapan o eliminan y que oscurecen tanto como iluminan.
Los lazos establecen una relación de dependencia entre personas, una relación que liga las trayectorias (acciones, planes, historias, deseos) de una persona a otras de las que depende. Relación que puede ser simétrica, antisimétrica o asimétrica; que puede ser subordinadora o liberadora; que puede ser estrecha o débil, que puede ser elegida, impuesta o heredada; que puede ser visible o invisible. Los lazos de familia, por ejemplo, paterno-materno-filiales, son visibles, pero las relaciones que establecen son invisibles y cambiantes, multidimensionales, son permanentes y son, sabemos desde Freud, vividas como troncos emocionales estructurantes que constituyen la parte más sustancial del carácter de la persona. He aquí algunos lazos:
Amor: extraño lazo que tiene una historia cultural de invención reciente. En la literatura antigua no aparece con las connotaciones contemporáneas, ni en lo que se refiere a la familia ni en lo que se refiere a la pareja. Es un lazo que se infiere de los comportamientos, que en la mayoría de las situaciones iniciales no es detectado en primera persona si no es con la ayuda de las reacciones de la otra parte, o del resto de los observadores. Es un lazo que vincula la totalidad de la persona y no alguna de sus máscaras o roles; que establece una suerte de incondicionalidad que sólo quizá la amistad sigue de cerca; que está en el hueso de la experiencia humana, y que, por ello, es tan deseable como temible.
Amistad: es el lazo que los filósofos de la antigüedad pensaron con más detalle. Vincula simétricamente a las personas y es tan visible como reconocible internamente. Emite una suerte de promesa: "siempre estaré ahí, para cuando me necesites", "no tienes que darme explicaciones, soy tu amigo", "ya sabéis de mis defectos, pero cuento con vuestra amistad". La amistad es una suerte de simpatía incondicional con la historia del otro. Corrompido por el mal uso de las redes sociales, la amistad es un vínculo que sólo puede establecerse con unas pocas personas. Cuando se presume de "es mi amigo", uno sospecha que no hay ahí más vínculo que el interés. La amistad, más que el amor, es desinteresada. Por eso nos gustaría, y por eso es tan difícil, tener amistad con las personas que amamos.
Lealtad: es el vínculo de la permanencia en la dependencia. La lealtad afecta a alguna de las dimensiones significativas del otro. La lealtad goza también de una suerte de desinterés. La lealtad se muestra precisamente cuando el interés ya no existe, e incluso cuando parecería que el interés llevaría al abandono del otro. La lealtad es una de las medidas más definitivas de la seriedad del carácter de una persona. Es, me parece, una de los vínculos de los que nace el comportamiento moral.
Confianza: es el vínculo más tratado y estropeado por los economistas. Se les supone expertos en el estudio de esta relación (confianza de los mercados, dicen), mas sólo han alcanzado a desarrollar un cálculo de riesgos. La confianza es el vínculo que nos ata cuando no calculamos los riesgos, cuando no nos importa el cálculo. Es el vínculo fundamental que constituye lo que de comunidad tienen nuestros lazos sociales. Es un vínculo poderoso y vulnerable. Que resiste la sospecha y a veces la evidencia. Pero que no puede reconstituirse cuando se rompe.
Respeto: es un lazo asimétrico del que nace la emulación y el aprendizaje. No afecta necesariamente a toda la persona, aunque puede hacerlo, sino a alguna de sus manifestaciones. Respetamos el saber, la generosidad. Establece el lugar de una persona en su comunidad. Las relaciones de respeto son las que articulan eso que llamamos autoridad, que no es poder, y que hacen de las sociedades sistemas educativos. Como la confianza, es difícil de ganar y fácil de perder. Por ello es también un signo que colorea las narraciones de una persona en su trayectoria vital. Compárense estos dos horizontes: "ser un ganador/perdedor"; "ser digno/indigno de respeto" (uso el masculino genéricamente, para no escribir sindicalistamente).
Obediencia: es un lazo que se vincularía a primera vista al poder, y de hecho se obedece al poder por imposición, pero también está la obediencia elegida, la servidumbre voluntaria que instituye eso tan complicado de definir que son las relaciones de autoridad.
El único individualismo que entiendo es el que construye personas en dependencia de estos lazos. Y de otros, para cuya clasificación os pido ayuda.
Valdría el reconocimiento? Parece que es un tipo de vínculo que subyace a muchos de los que señalas, y que seguramente tiene mucha importancia en sociedades tan grandes como las nuestras, donde muchos de esos vínculos nos son accesibles con un número muy reducido de personas.
ResponderEliminarEn fin, interesante post.
Antonio
Yo pondría entre estos lazos uno que considero sumamente importante en la sociedad actual pues, a mi gusto, determina la medida del resto de lazos que usted indica. Tiene, además, una fuerza mayor según se utilice el cerebro más desapegado con el sentimiento, o según el sentimiento de comodidad obtenga más fuerza de entre todos los que tenemos. Ese lazo es el del interés. El lazo del interés determina en depende qué personas la cualidad de su amor, de cuánto se dan al otro, así como la cualidad de la amistad, de cuánto van a responder incondicionalmente y por qué razones -o sea de cuál va a ser nuestra lealtad hacia ella. El interés da el espaldarazo de la confianza hacia una persona y, supuesta de esta manera la confianza en la persona, crea un vínculo de respeto hacia ella -pof supuesto, se trata de un respeto interesado. Esta misma razón genera la obediencia. Sin embargo, cuando cesa la causa que genera el interés hacia esa persona, entonces tanto obediencia como respeto, confianza como lealtad, amistad y amor, todos estos lazos, se diluyen y vuelve a quedar el único verdadero lazo del hombre con el mundo, el de su necesidad. Bueno, queda el hombre, su necesidad, sus posesiones y su cerebro. ¡Gran pena que los animales usen su pequeño y limitado cerebro de manera más digna que el hombre!
ResponderEliminarUn argumento a favor de tener en cuenta el reconocimiento como vínculo primario tendría en cuenta la gran cantidad de escritos en los que se documenta la ruptura de algo cercano a este proto-vínculo en situaciones en las que la barbarie se impone de modo radical en una sociedad. En muchas de esas situaciones un factor explicativo recurrente para historiadores y sociólogos es la ruptura de cierto vinculo entre los individuos, un vínculo de índole básica. La confianza se acerca - y muchos economistas, como bien señalas, han recurrido a ese vínculo para explicar la cooperación, el altruismo y demás. Yo creo que el reconocimiento es diferente. Aunque no tiene la textura de alguno de los que señalas, sospecho que su importancia no debe ignorarse.
ResponderEliminarEstaría bien titular un artículo 'La estructura de la intersubjetividad', y tratar de sistematizar todos estos vínculos.
Antonio
Gracias por los interesantes comentarios.
ResponderEliminarEfectivamente el reconocimiento es un lazo importantísimo, aunque yo lo pensé en el marco del respeto, pues me parece que es una forma particular de respeto en contextos institucionalizados, pero sí: puede tener su entrada propia.
En cuanto al interés, no lo tengo claro. La razón es que no me parece un vínculo social, sino individual, aunque es claro que los intereses comunes son una forma de vínculo: pero es un vínculo al objeto de interés, no entre sí. Pero tengo que pensarlo.
Al mencionar al interés no quise cuestionar ninguna escala de valores, sino sólo llamar la atención sobre otro término usado en la economía. El inrerés es lo que está entre, y así puede estar entre las personas o entre una persona y una cosa. Lo cierto es que aquello que no despierta nuestro interés ni siquiera es considerado por nosotros. Ese interés tiene su fundamento en el contraste; en el niño se basa en los sentidos: éste se interesa por determinados colores o sonidos; en el adulto el interés suele suscitarse por el intelecto, la capacidad para separar o distinguir, y es el contraste precisamente el que nos ayuda a distinguir. En cualquier caso, no quería cuestionar esos altos valores que usted y otros sugieren como fundamentales en la formación de la individualidad y la humanidad sino hacer reflexionar sobre sus posibles elementos componentes más básicos. Personalmente opino que cualquiera de los valores del tipo que ustedes mencionan se sustenta por sí mismo sólo si se admite la existencia de una realidad trascendente que lo respalde, o sea que su solidez remite necesariamente a una explicación por medio de la fé
ResponderEliminarSaludos:
ResponderEliminarLeo su interesante blog desde hace poco. Acerca de cuál podría ser el vínculo más fundamental que nos ata con los otros, creo que es pertinente el siguiente fragmento del artículo "transformación social y creación cultural", del enorme filósofo francés Cornelius Castoriadis, que quizá usted conozca. Al final del artículo en cuestión, encontramos lo siguiente: "“Parece que las ciudades se mantienen unidas por
laphilia, y que los legisladores se ocupen más de la
justicia . . .A losphiloi, la justicia no les es necesaria pero
los justos necesitan de laphilia y la justicia más alta
participa de laphilia . .Losphiliae de los que hemos
hablado (SC. los verdaderos) están en la igualdad . . .En
la medida en la que haya comunión-comunidad, en la
misma medida habrá philia; y también, justicia. Y el
proverbio “todo es común para losphiloi” es correcto;
porque laphilia está en la comunión-comunidad.”
(Etica a Nicómaco, VIII, 1,7,9).
La philia de Aristóteles no es la “amistad” de los
traductores y de los moralistas. Ella es el género del
cual la amistad, el amor, el afecto paternal o filial, etcétera,
son las especies. La philia es el lazo que une
el afecto y la valoración recíprocas. Y su forma suprema
sólo puede existir en la igualdad -la cual, en la
sociedad política, implica la libertad, que nosotros hemos
llamado autonomía."
Por cierto, el artículo entero se encuentra en: http://letraslibres.com/pdf/2217.pdf
Gracias Emmanuel por el comentario de Castoriadis, uno de mis autores favoritos.
ResponderEliminarCiertamente la filía de los helenos fue uno de sustentos de su democracia. Plantea un problema muy interesante en filosofía política la idea aristotélica de que la democracia exige filía.