Para quienes llegamos a edades más cercanas a la de Leonard Cohen que a las de los jóvenes que se aprestan a ordenar el mundo que vendrá el futuro se ordena en horizontes limitados.
Me atrevería a proponer tres hilos para tejer la vida que vendrá:
- El miedo:
No es que no esté sin justificar: se añaden dos futuros, el de la historia y el de la biografia.
A quienes se embarquen en esa nave, les leería un micropoema de Ajo, nuestra filósofa más seria y desconocida ( Micropoemas 2: Arrebato ediciones) :
También, en general, detecto- El resentimiento:
mucho miedo y poco peligro
No hay peligro suficiente
para tanto miedo como tenemos
No diría yo que no está justificado. Es el motor de la historia de los que perdieron. Es la única emoción que hace de la memoria un muelle de la historia. Pero no salva: nos enreda en una trama de venganza e indignación.
- El agradecimiento:
A la madera de cedro, dice Leonard Cohen, por su olor, por haber sobrevivido al tiempo y estar aún presente en su guitarra. Por la fuerza de su esperanza.
No el agradecimiento del triunfador ( no nos lo va a agradecer, claro, si no no hubiera sido triunfador) sino el agradecimiento del superviviente, de quien se sabe en una trama oculta de dependencias. La trama de la vida,
La trama que está en contra del destino.
Que el superviviente atraviese el yermo del duelo, acepte la pérdida irrecuperable, y sepa agradecer todo lo que es hoy, lo malo y lo bueno, gracias al reconocimiento de esa trama de dependencias vital que ha atravesado. Ese es el camino más difícil, pero creo que es el único que merece la pena...
ResponderEliminarun placer leerte
"el agradecimiento del superviviente, de quien se sabe en una trama oculta de dependencias..." - todas las personas, incluídos los filósofos, estamos en alguna de esas tramas. Todos tenemos mucho que agradecer, o no... depende de la propia apreciación que cada uno tenga de sí mismo y de sus méritos... por mi parte nunca le pediría a nadie que acepte, por ejemplo, la pérdida de un hijo, y que acepte el duelo. Eso me parece propio de degenerados. Me admira, por ejemplo, el coraje del honesto, del humilde y del que se sobrepone a las dificultades, cuando se está jugando todo. El honesto es siempre el triunfador
ResponderEliminarGracias Paco por tu comentario: no sabes cómo lo aprecio.
ResponderEliminary también al anónimo, con quien coincido en todo.