...
Vuelvo a menudo al sendero que conecta San Martín del Castañar con Sequeros y Casas del Conde a través de un bosque de caducifolios que estos días llena el valle de penumbras. Hace años, un grupo de artesanos de la zona sembró el sendero de signos y objetos. Todavía quedan algunos a salvo del vandalismo, que ha aportado su parte significante a aquél insólito ejercicio de "art-land". Uno de aquellos artesanos era Pepe Ho Chi (apodo de otras guerras para un ser todo ternura y sensibilidad). Aguantó unos años como alfarero hasta que el clima se le hizo irrespirable y emigró a otras tierras menos salvajes. Dejó sus huellas en el sendero y en ellas el sueño de humanizar el paisaje entrecruzando lo rural y la vanguardia.
Mueren los pueblos y muere el arte. Los senderos se borran llenos de matojo y carrascos y el arte se vende en ARCOS y galerías como iconos de modernidad de las nuevas industrias culturales.
Hubo un tiempo en que Vostell llegó a los roquedales de Malpartida de Cáceres para llenarlos con signos-fluxus de una posible nueva forma de modernidad del sur, de nuevo barroco de imágenes, de una nueva semántica del paisaje.
Hubo un tiempo en que los artistas dejaron huellas frágiles por los caminos antes de irse a decorar capillas de catedrales. Antes de que los vándalos llegaran a dejar sus otras huellas.
Acabo de llegar de hacer un trozo del Camino de Santiago, un sendero plagado de arte, del de la cultura oficial y de otro más underground, creado por los habitantes de las localidades por las que pasa la vía, en forma de hitos de todo tipo, y por los propios peregrinos. Este último, tan efímero como su paso, lo conforman piedras amontonadas, graffiti, botas abandonadas en lugares significativos, cruces de madera en vallas, etc.
ResponderEliminarUn camino jalonado de señales e indicaciones prácticas así como de símbolos para iniciados. Un arte que recuerda al más primitivo, en el que la representación y la estética no tienen una relación dialéctica.