Hace unas semanas dediqué una entrada a la figura del detective como una de las formas contemporáneas del mito de Edipo, la figura del agente cuyas acciones conducen a su perdición. Continúo, preparando uno de los temas sobre los relatos de identidad contemporánea, y encuentro una valiosa ayuda en el libro de Robert B. Pippin Fatalism in American Film Noir. Some Cinematic Philosophy. Pippin es uno de los grandes renovadores de las interpretaciones sobre Kant y Hegel con una sutil sensibilidad para el arte, la literatura y la cultura popular. Este libro es un ejercicio conceptual sobre la acción que no desmerece de las incursiones de Styanley Cavell en el cine de Hollywood. Si Cavell se apoya en Wittgenstein, Pippin lo hace en Hegel, pero lo que importa es que ambos iluminan los rincones oscuros de nuestra identidad contemporánea.
Cuando leí el libro estaba considerando dos películas para el curso: The Killers, (Robert Siodmak, 1946), nacida de un relato de Hemingway, y Out of the Past (Jacques Tourneur, 1947). Pippin trata esta última con extensión y profundidad, así que me he decidido por ella, aunque de hecho el tema es común. Se plantea la posibilidad de un cambio de identidad: un personaje que huye de su pasado y se refugia en un pequeño pueblo donde es encontrado por este pasado en la forma de un pistolero que es enviado para recordarle sus deudas y su identidad. David Cronenberg ha vuelto sobre el asunto en A History of Violence, 2005, pero ya está lejos de la época y el significado del Cine Negro. El género tuvo su cenit entre 1945 y 1955, es decir, la postguerra americana, hasta que fue redescubierto y revisado por el cine francés que lo convirtió en mitologema permanente.
Nacido de la gran renovación de la novela de detectives, se entrecruzan en el género dos líneas de problemas. De un lado, el personaje principal, varón, que toma decisiones equivocadas a sabiendas de que son equivocadas y genera una cadena de consecuencias que incluyen palizas, muertes, persecuciones y arrestos, para acabar desencantado y confundido sobre su propia identidad y agencia. Como Edipo, nuestro héroe se encamina a un desastre que él mismo provoca por su decisión equivocada. De otro lado, un segundo hilo conductor complementa el anterior: la ciudad como metáfora.
No son casuales las fechas en las que se desarrolla el Cine Negro. En la postguerra americana, las ciudades dejan de ser meros centros industriales y se convierten en hábitats centrales. El campo, ahora mero lugar de producción agrícola, abandona su referencia como entorno cultural. La ciudad es el topos de la modernización, en el sentido que ha sido tratado por sociólogos y filósofos, como viento que desteje los lazos ancestrales y transforma las identidades en sujetos solitarios y perdidos. Nace así una fuente de incertidumbre y escepticismo. En la ciudad nada es lo que parece. Detrás del neón habita la podredumbre, la corrupción, el engaño y la insolencia del poder. Quien se atreva a mirar será cegado por los ángeles de la muerte, como le ocurre al héroe que equivoca su senda. Robert Pippin, en otro libro dedicado a los westerns de John Ford y Howards Hawks, trató el cine del oeste como promesa de ley, como relato inicial de un estado. Puro Hegel. Ahora, la ciudad cuenta una historia de perdición y desencanto, de promesas incumplidas.
La ciudad como lugar de oscuridad es encarnada en el Cine Negro por una mujer. "Mujer fatal" se llamó entonces. La mujer fatal esconde un secreto, su luz ciega al héroe y le impide ver a la persona que hay detrás. En Out of the Past la mujer de ciudad, Kathie Moffat (Jane Geer) se opone a la mujer de campo, Ann Miller (Virginia Houston) como polos de atracción del héroe Jeff Bailey (Robert Mitchum). Ignoro si se ha hecho una lectura feminista del Cine Negro, pero no me parece difícil interpretar la "mujer fatal" como imaginario del miedo masculino a la mujer que toma en sus manos su destino. No es casual pues el entrecruzamiento de la ciudad y la mujer fatal en los sueños oscuros del héroe acabado. La mujer-ciudad, la ciudad-mujer deslumbra al varón y le oculta la realidad, equivoca sus decisiones y le conduce al fin trágico. Una identidad en crisis que intenta conjurar volviendo al campo para descubrir que no ya no es posible el retorno de la historia. El héroe se lleva con él un pasado del que no puede escapar y al que no es capaz de enfrentarse. En el Cine Negro se entrecruza la epistemología y la metafísica de la modernización. El corazón de las tinieblas ya no está en el bosque. Las tinieblas del corazón las produce la ciudad.
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