Me es muy difícil discutir con los amigos sobre la "cuestión palestina", una entre las varias que sustituyen con estereotipos y eslóganes lo que antes se llamaba ideología. Nunca he formado bien mis ideas al respecto, pero tiendo a asombrarme de la furia y falta de matices con la que todo lo judío es contemplado en mi país, lo que no he visto fuera tan claramente. Quisiera conocer por qué. Así que cuando comienzan las discusiones, tiendo a pasear por los cerros de Úbeda. Últimamente me pasa cada vez más con discusiones de economía, política, cultura,..., cada vez me reconozco menos en los lugares comunes. Ahora bien, si tuviera que mostrar una opinión inteligente, acudiría a este fragmento de la autobiografía de Amos Oz, Una historia de amor y oscuridad. Amos Oz, a los dieciséis años, vigila con un compañero su kibbutz en una noche en la que se esperan ataques de los fedayines (en los años 50 eran habituales). Se había ido al kibbutz escapando en parte del sionismo de su padre y de su intelectualismo. Su compañero, el avezado Efraim Avneri, le responde a una pregunta por los "asesinos" fedayines:
" - ¿Asesinos? ¿Pero qué esperas de ellos? Desde su punto de vista, nosotros somos extraterrestres que hemos aterrizado aquí y hemos invadido su tierra, poco a poco hemos ido apoderándonos de ella y, mientras les asegurábamos que habíamos venido para ayudarles, para curarles la tiña y el tracoma, para liberarles del atraso y la ignorancia y del yugo de la opresión feudal, con artimañas nos íbamos quedando con su tierra pedazo a pedazo. Así, pues, ¿qué pensabas?, ¿Que nos iban a agradecer nuestra bondad? (...) y ahora que les hemos causado una derrota aplastante y cientos de miles viven en campos de refugiados, ¿qué quieres, ¿esperas tal vez que compartan nuestra alegría y nos deseen lo mejor?
(...)
- Si es así (responde Amos Oz) ¿por qué vas por aquí con un arma? ¿Por qué no te vas del país? ¿O coges el arma y te pasas a luchar a su bando?
En la oscuridad oí su risa triste:
- ¿A su bando? Pero en su bando no me quieren. En ninguna parte del mundo me quieren. Nadie en el mundo me quiere. Ésa es la cuestión. Parece que en todos los países hay demasiados como yo. Sólo por eso llevo un arma, para que no me echen también de aquí. Pero no usaré la palabra "asesinos" para hablar de los árabes que han perdido sus pueblos. De ninguna manera, no usaré a la ligera esa palabra para referirme a ellos. Con respecto a los nazis, sí. Con respecto a Stalin, también. Y con respecto a todos los saqueadores de tierras ajenas.
(...)
¿Y qué pasa porque se las hayamos quitado a ellos?
- Tal vez hayas olvidado que, casualmente, ellos intentaron matarnos a todos en el 48 . En el 48 hubo una guerra terrible y ellos o mismos fueron quienes plantearon la cuestión en términos de o ellos o nosotros, y nosotros vencimos y les quitamos las tierras. ¡No hay que enorgullecerse de ello! Pero si ellos nos hubiesen vencido en el 48 habría que enorgullecerse mucho menos: ellos no habrían dejado con vida a ni un sólo judío. Pero ésta es la cuestión: como les quitamos lo que les quitamos en el 48, ahora ya tenemos. Y como ahora ya tenemos, no debemos quitarles más. Se acabó. Esta es toda la diferencia entre tu señor Begin y yo: si algún día les quitamos más, ahora que ya tenemos, sería un grave pecado.
-¿Y si dentro de un momento aparecen aquí los fedayines?
- Si aparecen --suspiró Efraím-- tendremos que tirarnos aquí mismo al suelo, en el barro, y disparar. Y nos esforzaremos mucho en disparar mejor que ellos y más deprisa que ellos. Pero no les dispararemos porque sean un pueblo de asesinos, sino por la sencilla razón de que también nosotros tenemos derecho a vivir, y por la sencilla razón de que también nosotros tenemos derecho a tener un país"
Vals con Bashir pertenece también a este tipo de discurso que ya estaba en los comienzos y que se ha preservado a pesar de las presiones fundamentalistas. Son discursos minoritarios, pero activos y si no logran hacerse un hueco no siempre es por culpa de los fundamentalismos propios. En el otro lado también existen, también son minoritarios, tampoco hay que culpar sólo a sus fundamentalismos el que no logren mayor fuerza. Son discursos matizados, que no soslayan los problemas, ni los compromisos ni las contradicciones, ni se hacen ilusiones. Se saben condenados a perder en la turbamulta de eslóganes. La cuestión judía no es sino un ejemplo de atajos que se toman para no perder el tiempo en pensar. A veces los eslóganes son lo único que queda de una herencia que se ha dilapidado. Me pregunto si no son una forma de consuelo: un mal axioma es mejor que mil preguntas.
"... atajos que se toman para no perder el tiempo en pensar." Buena frase ésta, cuando precisamente la solución está en "pensar", pero pensar atendiendo al núcleo radical y originario de cada cuestión. Tendríamos que detenernos a pensar el sentido problemático de frases como éstas.
ResponderEliminar¡Un saludo!, en mi primera visita a su blog.
Discrepo de Rubén: generalmente, problemas como éste son exacerbados por los planteamientos de quienes quieren "pensar las cosas desde sus primeros principios" (que siempre terminan dándoles la razón a ellos, curiosamente). En cambio, las soluciones vienen por la convicción de que seguir intentando demostrar que tenemos razón no va a llevarnos a ninguna parte, y simplemente cambiamos de juego, y pasamos de luchar a tolerarnos y convivir.
ResponderEliminarGracias Jesús, me alegra coincidir una vez más contigo. De las cosas que siento poco haber perdido es la obsesión por los principios, que voy poco a poco sustituyendo por una adición a las preguntas.
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