No es ocioso leerlo otra vez: uno de los más ácidos panfletos de la poesía española, del tierno panfletario que fue León Felipe:
Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos.
Y es cierto, nuestro miedo ha inventado todos los cuentos. El caso es que nuestro miedo ha inventado también el cuento que somos, el cuento de nuestra vida. Y este caso es el caso que presentamos ante el tribunal de la historia. Somos al final un cuento que nuestro miedo nos ha contado a nosotros mismos. Uno querría añadir, también nuestra esperanza. Y lo añado, pero sé que la esperanza no es sino la imagen del miedo en negativo. ¿Un cuento en el sentido de León Felipe, puro cuento, puro teatro como el bolero? Sí, quizás. Y sin embargo..., hay cuentos y cuentos. Cuentos que cuentan y cuentos que no.
Me atemorizan muchas cosas. No las postrimerías: creo que no me atemoriza la muerte, las veces que la he sentido cerca me he sorprendido en una distante curiosidad; creo que tampoco el fracaso, el éxito es un mito hollywoodense que me resulta tan indiferente como la lotería. Pero sí me atemorizan otras: la soledad, el autoengaño, la culpa,... Hay temores que no confesaría en un escrito público, pero no son esos los que no me importan: casi todos estamos hechos de los mismos adobes, y nuestros cuentos se parecen mucho.
Sin embargo hay uno que, como al personaje principal de 1984, me aterroriza en especial, un temor por el que traicionaría todo y a todos, un temor por el que llegado el momento de la verdad gritaría como aquel personaje: "¡a mí,no!, ¡a ella, a ella!". No es otro que el temor a que los cuentos que me han constituido sean falsos. Todas las comunidades se instituyen con un relato y con un sacrificio. El pueblo hebreo se identifica por creer en los relatos que ellos mismos se dieron o que recogieron por ahí y asimilaron como suyos, y por creer en ciertos sacrificios iniciales: las huidas de unos cuantos lugares y tiempos oscuros. Como ellos, todas las comunidades se cuentan a sí mismas estos relatos y sacrificios iniciáticos e iniciales. También las personas. Soy la memoria de unos cuantos relatos con los que a medida que envejezco me aburro a mí mismo (todavía no al resto, espero). Mi temor de los temores es que hayan sido falsos, fruto de un miedo ciego que me hizo ver las cosas de una forma que no fueron. Sería confesarme a mí mismo que he estado construido por cuentos, que he vivido sin vivir en mí. Y sin embargo sospecho o sé que no soy más que esos cuentos que mi miedo me ha contado. Esta paradoja me hace vivir en el borde del barranco del sinsentido. ¿Como todos?, ¿hay alguno que aún crea en el cuento de su vida? Felicidades: disfrutará de las navidades.
hazme un libreto de este tema por Navidad por favoooor!!!!!!!
ResponderEliminardespués de leerte, uno no se queda tranquilo....
voy a poner un link en mi blog de este articulo, con su permiso maestro!
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